Tengo tanto de ti

Perdóname si dije que te fuiste
una tarde de cirio y camposanto;
entrecortado el rezo, amargo el canto,
doblegada la voz, el verso triste.

Perdóname si dije que dormiste
y que no despertaste con mi llanto;
estabas junto a mi, me amaste tanto
que en tu imagen de paz, la paz me diste.

Tengo tanto de ti que no hay ausencia,
ni distancia ni espacio que le hiera
a mi noche serena la armonía;

Ni a mi tarde apacible la avenencia
donde vive mi vida pasajera
en tu santa y eterna compañía.

¿Qué te puedo decir?

¿Qué te puedo decir?, amada mía,
en el breve compendio de un soneto
ceñido al armazón del alfabeto,
como la luz del sol atada al día.

Te diré que eres rima y armonía
en la suave cadencia de un cuarteto
donde el amor no es cábala o secreto,
es un canto eternal de antología.

Pude amarte y te amé sin condiciones;
abracé tus temores con los míos
bajo un cielo pacífico y en calma...

Y te sabes amada en mis canciones
y en la esmeralda viva en los plantíos
donde se funde el alma con el alma.

¿Discapacidad?

La discapacidad es ironía,
ilusorio vocablo deslucido
en mi alfabeto no reconocido
ni en mi quizá profana poesía.

Desgastada y marchita alegoría,
obsoleto precepto ya abolido
por la pugna del ansia y el latido
en la lid por la vida cada día.

No pregonen las bocas la certeza
de una derrota previa a tu combate
sin estimar las alas del talento;

que se extienden y van de tu cabeza
sin cadena ni lazo que las ate,
en vuelo soberano al firmamento.

Noches Plenas

Se evapora lo egregio de mi alarde
con el ritual sereno que tú ofreces,
en el ferviente anhelo de tus preces
que arrancan los temores de la tarde.

Adoro de tu rostro la certeza
de que a tu lucidez no la intimida
el sendero en tu paso por la vida,
ni las canas que encalan tu cabeza.

Si me acuné en tus brazos, madre buena,
y bebí de tu pecho mis sustentos,
hoy quiero agradecer la bienandanza

de que has sido el amparo de mi pena;
en cuaresmas, en pascuas y en advientos,
harás mis noches plenas... de esperanza.

Bicentenario

Solamente una función de circo más. Una celebración sin sentido para que el pueblo se olvide del dolor y la violencia. Ojalá que los que celebran lo hagan concientemente. Yo, desafortunadamente, no tengo nada que celebrar.


Son dos siglos de abrojos que te hieren
el corazón azteca bendecido,
ni el tiempo ni el espacio han detenido
el grito de dolor por los que mueren.

Los que celebran, son los que prefieren
amordazar tu barro y tu tejido
de tanto que te abrazan te han herido
y de tanto quererte no te quieren.

Si brindo con tequila es por aquellos
que en su sueño encontraron una fosa
donde duerme la gloria que buscaron.

Donde siguen soñando que son ellos
quienes siembran la mata bondadosa
en la tierra feraz que tanto amaron.

Paloma

Al tañer la campana emprende el vuelo
la paloma de pecho soberano,
en el pico dorado lleva un grano
y en las alas el polvo de mi suelo.

Es la tarde fundida al desconsuelo
de un ayer de inocencia, tierra y llano
donde grita mi nombre, clama en vano
con los ojos perdidos en el cielo.

Se que sufres, paloma, te delata
el lamento en tu canto dolorido;
ve a la casa de adobe, al sembradío,

encontrarás un verso en cada mata
que no borran las horas ni el olvido
ese verso, paloma, es verso mío.

Más allá

Más allá del decir, hay un hacer del alma que se dibuja en los renglones donde la tinta le sonríe a la palabra justa, a la esperada. Más allá del poema hay un cantar que lleva al río donde las letras reman, sabiendo que algún día han de llegar al mar.